Banquillos multiculturales

La globalización en la cual nos situamos actualmente nos está aportando tal diversidad de aportes culturales y oportunidades de aprendizaje que hasta en algunos lares como las islas británicas, donde esa mentalidad añeja de mantener la esencia y el purismo esta tan arraigada, no les ha quedado otra que abrir las puertas a las indudables fuentes de conocimiento foráneas.
Concretando, se puede decir que la Premier League ya no sólo «acoge» a jugadores talentosos de todo el mundo para hacerlos «sufrir» con sus características tan especiales, triunfando algunos porque su talento se impuso a cualquier rompecabezas táctico y quedándose por el camino otros tantos que no pudieron sobreponerse a su anarquía innata. De hecho, el desembarco de técnicos extranjeros es cada vez más numeroso.
Los británicos, gente pasional por excelencia, se han visto relegados a un segundo plano europeo viendo como sus enérgicos managers se quedaban estancados en las primitivas y no siempre efectivas pizarras anglosajonas. Y este es uno de los puntos de partida hacia el mayúsculo trasvase de nuevas metodologías hacia las islas, impotentes en los enfrentamientos de Uefa Champions League y Europa League donde evidenciaron sus carencias antes conjuntos de cualquier punto europeo.
Conscientes de ello, ha arrancado la Premier League 2016/2017 más multicultural en los banquillos de toda su historia: Conte, Pochettino, Puel, Koeman, Mou, Klopp, Karanka, Bilic, Pep, Mazarri, Wenger, R/nieri, Guidolin…, pasaportes y modelos diversos para enriquecer una competición que ya lo era en lo económico pero lo necesitaba en lo deportivo. Ideas diferentes, acentos distintos la velocidad será la misma pero no siempre estará en el césped, ahora también lo estará en la cabeza.
Obviar el 4-4-2, jugar con tres centrales y carrileros, ser capaces de manejar varios ritmos durante un partido, extremos que no lo son pero juegan en la cal, tomar decisiones tácticas durante el transcurso del choque y un millón de opciones más que hace unos años parecían impensables en Inglaterra ahora nos llenan los ojos cada fin de semana. El fútbol,  como casi todo en la vida, no tiene memoria y la evolución se alimenta de historia, y en el país en el que se inventó este juego no podían quedarse atrás.

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