La mejor semana del año

Líderes. Esta palabra retumba en la cabeza de los aficionados red desde el final del último partido en Premier League, la abultada victoria del Liverpool (6-1) frente al Watford colocaba a los de Jürgen Klopp al frente de la clasificación. La perenne sonrisa del técnico alemán dominaba, poco después de cumplirse el primer aniversario de su llegada a las islas británicas, mira desde arriba al resto de contendientes.

La trayectoria del conjunto de Anfield, en los últimos años ha sido errática, se ha analizado en numerosos medios, los proyectos, que tan buena pinta tenían en verano, iban sucumbiendo uno tras otro, con contadas excepciones y éxitos menores, en forma de Copas de la Liga y clasificaciones de Champions League, pero lejos de dónde históricamente este club ha demostrado que debe estar. Por ello, la alegría no puede ser completa aunque se va por el buen camino, la plantilla cuenta con jugadores de calidad, el entrenador es carismático y eficiente pero no se ha logrado nada.

En una temporada sin competición Europea, la ventaja de jugar un partido competitivo cada 7 días debe ser decisiva para estar arriba peleando por el título de Premier League. Es importante por múltiples aspectos entre los cuales destacan el volver a ser un club respetado en el país y en el continente, demostrar a los jugadores propios que están en un proyecto ganador y poder convencer a posibles fichajes de que van a uno de los más grandes fenómenos futbolísticos del mundo.

Otro motivo de alegría, muy distinto, es el rumor de que Steven Gerrard, el último gran capitán, puede regresar a casa, esta vez para formar parte del cuerpo técnico de Klopp. Cuando emigró a EEUU para probar fortuna en la MLS, parte del corazón del equipo marchó con él. El hueco que dejó en la jerarquía del equipo fue incluso más grande que el que dejó en el campo de fútbol. En la actual plantilla no existe una figura legendaria a su altura y tendrán que pasar años para que aparezca una. Verlo en el banquillo, al lado de Klopp, aunque no tenga un efecto directo sobre el juego del equipo sí que puede producir que la comunión entre los jugadores, el cuerpo técnico y la grada, sea más fuerte.

Estos son los motivos para el optimismo parcial, queda mucho por jugar, la grandeza del club no permite medias tintas, exige gloria y la gloria se consigue ganando en otoño, en invierno y en primavera para que, cuando se vislumbre el próximo verano, se puedan abrir las vitrinas de Anfield para dar cobijo a un nuevo trofeo de Premier League. En Liverpool, de momento, vuelven a sonreír gracias a Klopp.

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