¿Otra sorpresa?

 

Si por algo se caracteriza la Champions League es por la cantidad de sorpresas que deja a lo largo de su trayecto desde que comienza hasta que algún club, normalmente un gigante europeo con un amplio palmarés en la competición, se hace con el trofeo que acredita como mejor club de Europa y, casi por extensión, del mundo.

Ya en esta edición, la presencia del Leicester City, en calidad de campeón inglés, se puede considerar algo inaudito, así como la eliminación del Manchester City a manos del Mónaco; el global de 2-10 encajado por el Arsenal ante el Bayern; o la histórica remontada del Barça ante el PSG. Si a todo estos episodios sumamos que nuestro protagonista, el Leicester, no solo fue campeón de su grupo, sino que también eliminó a uno de los equipos de moda como es el Sevilla de Sampaoli, el resultado es la competición más imprevisible de los últimos años.

Si bien la cara mostrada en Champions League era diametralmente opuesta a la ofrecida en el campeonato doméstico hasta la destitución de Ranieri, la situación se ha volteado hasta el punto en el que los pupilos de Shakespeare han encadenado hasta seis victorias seguidas en liga y cuajaron un partido al más puro estilo fox para apear al conjunto hispalense, logrando la armonía que, junto al momento físico, tan importante se antoja para competir al máximo nivel. El bombo decidió que se cruzase otro español en el camino: el Atleti de Simeone, subcampeón de Europa y tercero en una Liga Santander en la que ha alzado el vuelo tras unos primeros meses de duda. El emparejamiento entre el equipo menos goleado de la Champions League y el menos goleador puede presagiar una eliminatoria aburrida en la que un solo tanto puede marcar la diferencia para colocarse (o no) entre los cuatro mejores equipos, pero se presentan escenarios muy interesantes:

  • El Leicester City nunca se caracterizó, en estos dos años de apogeo, por usar el balón como vértice del juego. Defensa por acumulación, balón parado y ataque vertiginoso al espacio son sus armas. Si bien el Atleti usa un estilo muy parecido, en esta eliminatoria se verá obligado a ser quien lleve la iniciativa, algo que, visto los precedentes (final contra el Real Madrid u octavos contra el PSV, ambas resueltas por penaltys), no les resulta favorable en lo global. Hacer jugar al Cholo contra natura parece la opción más plausible, efectiva y que permitirá a los ingleses estar más cómodos.
  • Cambio total de paradigma. El Leicester City sufre la estrategia colchonera de dejarles la pelota todo el tiempo. Con Mahrez como único jugador con capacidad de hilvanar pases realmente peligrosos o de realizar quiebros en muy poco espacio, los Vardy, Slimani o Albrighton se verán obligados a combinar para romper la maraña defensiva del Cholo en lugar de realizar los desmarques de ruptura que, entre otras cosas, les llevaron al éxito. Esta parece la opción menos factible para los intereses de Shakespeare, pues en el cara a cara en términos de calidad, el Atleti arrasa.
  • Ida y vuelta constante. Nadie quiere la pelota, la eliminatoria se convierte en un correcalles constante, de poco choque y mucho físico para aguantar la embestida mutua. Casi todo quedaría en manos de Schmeichel (héroe de octavos con dos penaltis atajados) y Oblak (seguro de vida colchonero desde su llegada). Los sistemas absolutamente idénticos que ambos conjuntos usan (4-4-2 con bandas y sin mediapunta) favorecería que se igualasen fuerzas a la hora de generar superioridades numéricas, si bien los laterales colchoneros son más incisivos.

Como sea, el Leicester ya cumplió con creces pasando como líder de grupo, pero ya se ha puesto a soñar en grande tras el éxito de la ronda de octavos. Ya nadie se fía del zorro con piel de cordero.