Cuando en alguna extravagante conversación, sin un principio claro y con un final aún más incierto, sale a relucir el nombre de Suecia pensamos en Estocolmo, en los premios Nobel, en tópicos sobre el clima o en los rasgos característicos de sus gentes, pero si dicha conversación se da entre amantes del balón, el primer pensamiento que nos asalta tiene nombre y apellido: Zlatan Ibrahimović, como si el hombre precediese a toda una nación. Nada tiene que ver su apariencia con la del sueco típico, seguramente por su ascendencia bosnio-croata, pero si alguien puso en el mapa al país escandinavo en lo referido a la pelota ha sido, con permiso de Henrik Larsson, nuestro protagonista.
Toda su trayectoria hasta dar con sus huesos en el Manchester United ya la conocemos: inicios en el humilde Malmö; tres exitosas temporadas en el Ajax; un breve periplo por la Juve para dar el salto al Inter, donde explotó; un calvario en Barcelona; la militancia en el lado rossonero de Milán; y cuatro años plagados de éxitos nacionales en el Paris Saint-Germain. Siete clubes entre los que sumó la auténtica friolera de 30 títulos y 390 goles. Si a ello le añadimos el, por ahora, doblete cosechado en Inglaterra (Community Shield y Capital One Cup) deja la cuenta en 32 galardones y 418 tantos. Un palmarés de absoluto infarto que le permite codearse con leyendas de este calibre:
- Pelé (37 títulos)
- Giggs (35)
- Dani Alves* (35)
- Iniesta (33)
- IBRAHIMOVIC (32)
- Dalglish (31)
- Messi (31)
- Vitor Baía (30)
- Piqué (30)
- Xavi (29)
- Maldini (26)
- Puyol (23)
- Gary Neville (20)
- Cristiano Ronaldo (19)
- Zidane (15)
*En negrita, jugadores en activo
Antes de su llegada a la Premier League se especuló severamente con que factores como la edad (cumplirá 36 en octubre), la baja competitividad de la Ligue 1, o las urgencias de un club en uno de sus peores períodos de su historia reciente podrían paliar las prestaciones y, por ende, el éxito del genio sueco, pero lo cierto es que, más allá de sus tremendas cifras goleadoras, su influencia en el juego desde que desembarcó en las islas es mayúscula: técnica impropia de su envergadura; visión de juego; mayor compromiso defensivo que nunca; jerarquía propia de la veteranía; y, sobre todo, una ambición propia de un enfermo a la hora de tirar del carro cuando a los de Mourinho les vienen mal dadas. De hecho, sin los goles de nuestro protagonista, el Manchester United tendría hasta 6 puntos menos (lucharía por la séptima plaza) y en la Europa League le habría costado un poco más pasar de dieciseisavos sin su hat-trick ante el Saint-Étienne, y es que, si bien la segunda competición continental no es un trofeo a la altura de su calidad, su consecución acabaría (de manera parcial) con el sambenito de no ser un jugador determinante en el ámbito europeo.
Quizá esta temporada no cumpla con la brillante estadística de obtener el título de campeón de liga en cada club que ha jugado desde que llegase a la Vecchia Signora en 2006, e incluso si renovase podría quedarse sin paladear las mieles del triunfo en el torneo de la regularidad en vista de la extensa y talentosa nómina de técnicos que pueblan los clubes más granados de Inglaterra, pero algo parece seguro: como Zlatan Ibrahimovic no entiende de términos medios, buscará escribir su nombre con letras de oro en la extensa e ilustre historia de los red devils como el hombre que devolvió a un club deprimido a la grandeza.
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