
Hace tres años el Leyton Orient estaba jugando la final de los playoffs de ascenso a Championship en Wembley ante más de 43.400 personas. El rival era el Rotherham United, un club humilde del norte de Inglaterra que un año antes había ascendido de forma directa de la League Two. El partido se le puso rápidamente de cara al Leyton Orient. Los goles de Moses Odubajo y Dean Cox le habían dado una ventaja de 2-0 a los londinenses al descanso. Pero todo se torció tras la reanudación: dos goles de Alex Revell igualaron en menos de quince minutos el partido para el Rotherham, mandando la eliminatoria a la prórroga. Al final, los Millers se acabaron llevando el billete de ascenso en la tanda de penaltis. El Leyton Orient volvía a la realidad: estaría un año más en League One. Pero esa no sería la peor noticia.
Semanas después, Barry Hearn, dueño por entonces del Leyton Orient, vendió el equipo por cuatro millones de libras a un empresario italiano llamado Francesco Becchetti. Y ahí cambió todo. El empresario italiano comenzó a cambiar muchas cosas del organigrama del club que nunca llegaron a funcionar. De hecho, la planificación de aquella temporada se puso cuesta arriba desde el primer minuto: Russell Slade, técnico que había liderado al equipo en las últimas cuatro campañas, se marchó a principios de la temporada 2014-2015 al Cardiff City, mientras que jugadores tan importantes como Moses Odubajo, Kevin Lisbie o Dave Mooney acabaron siendo vendidos en los meses posteriores. Todo era un caos. El Leyton Orient acabó descendiendo ese mismo año en la última jornada a League Two, es decir, solo doce meses después de haber estado a 45 minutos de volver a la segunda máxima categoría del fútbol inglés, volvía a la última categoría profesional.
Un final esperado
La gestión de Francesco Becchetti en el Leyton Orient ha sido paupérrima desde el primer día. En estos tres últimos años el equipo ha sobrevivido como ha podido en League Two, manteniéndose casi por inercia en la Football League. Hasta diez entrenadores han pasado por el banquillo de Brisbane Road desde la salida de Russell Slade en septiembre de 2014. De hecho, ninguno de los diez entrenadores que ha tenido el Leyton Orient en la ‘era Becchetti’ se ha mantenido más de cuatro meses en el cargo. Siguen con la misma fragilidad en el ámbito económico, donde las deudas y los impagos han estado a la orden del día desde principios de temporada.
Volvemos al presente. Ayer era un día muy importante en el Matchroom Stadium. Tanto por lo deportivo como por lo sentimental. En ‘The O’s’ se ponía punto y final a una historia de más de 112 años en la Football League. El descenso a Conference National se había producido la semana anterior en Crewe, algo que retrasó las protestas de la hinchada del Orient hasta el sábado 29. Ayer, tras planificarlo durante la semana, aficionados del Leyton Orient saltaron al césped en el minuto 85 como señal de protesta. Sobre el césped del Matchroom Stadium, y con el partido suspendido, más de un millar de personas tiraron sus abonos bajo el cántico «Franco Becchetti your mum is a whore» («Franco Becchetti tu madre es una puta»). Al final, el encuentro se reanudó una hora después a puerta cerrada, sin aficionados en las gradas, y con la derrota final del Orient por 1-3 ante el Colchester United.
El 29 de abril de 2017 ha entrado en la historia del segundo club más antiguo de Londres por ser el principio de una nueva historia que contar. Esperemos que positiva. Los aficionados luchan por volver a recuperar el club, como ya pasara con Portsmouth o el AFC Wimbledon, que actualmente viven etapas muy buenas con la gestión de los propios aficionados. Si finalmente lo logran, lo tendrán que hacer desde la Conference National, la quinta categoría del fútbol inglés. Ahora bien, no hay nada mejor que empezar un nuevo proyecto desde cero y con la potestad íntegra de la afición en todas las competencias del club. De eso sí que podrían presumir en Leyton Orient.
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