Hubo un tiempo donde los equipos ingleses campaban a sus anchas por Europa. Old Trafford, Stamford Bridge, Anfield o Highbury infundían terror al adversario. En el siglo XXI, tres son las ocasiones en las que un conjunto de las islas ha levantado la Champions –Liverpool en 2005, Manchester United 2008 y Chelsea en el 2012-. Sin embargo, el número de finales disputados es aún mayor, ya que Arsenal, Liverpool y Chelsea cayeron derrotados en una ocasión, por las dos del Manchester United. Esto arroja un dato de ocho participaciones en una final de UEFA Champions League en 17 ediciones.
Doce lustrosos años para los equipos ingleses, que enlazaban con el aún más idílico siglo XX. En cambio, desde el triunfo del Chelsea en la final del 2012, el panorama es tétrico. Los conjuntos isleños han dado varios pasos atrás en lo que a resultados se refiere, cayendo en una inercia de derrotas en la cual el público se ha habituado a no ver a los ingleses entre los favoritos. La competición del Chelsea en 2014 –cayendo eliminados en semifinales ante un inferior Atlético de Madrid- y Manchester City en 2016 –llegando de forma casi inverosímil a la penúltima ronda ante el campeón Real Madrid-, suponen los papeles más dignos de los ingleses en los últimos años.
Chelsea, una nueva esperanza
Tras la exhibición del Chelsea de Conte en la pasada Premier League, el acento inglés volvía a ponerse de moda a la hora de citar a los aspirantes para levantar la orejona. Los fichajes de Rudiger, Morata y Bakayoko aumentaba aún más las opciones de los londinenses, que llegaban al sorteo de Mónaco en el bombo número uno, y siendo uno de los principales rivales a evitar.
Sin embargo, la suerte parece haberse puesto de nuevo en contra de los ingleses en Champions, ya que en el sorteo, el Chelsea quedó ubicado en el grupo de la muerte. El primer golpe llegó de la bola que guardaba el papelito del Atlético de Madrid. Los Blues tendrían enfrente a Simeone, que ha llevado a los colchoneros a dos finales de Copa de Europa, unas semifinales y unos cuartos de final en los últimos cuatro años. Además, el morbo está servido gracias a un Diego Costa enzarzado con un Chelsea que no le deja salir destino a Madrid.
Si el primer rival era duro, no desentonaría el rival procedente del bombo tres, la Roma. Conjunto italiano que basa su reconstrucción en su nuevo Director Deportivo, Monchi, y que lleva varias temporadas siendo la alternativa al incuestionable mandato de la Juventus de Turin en la Serie A. Los Perotti, De Rossi, Kolarov o Nainggolan, capitaneados por un soberbio Dzeko, suponen una auténtica piedra en el camino para Conte, que en busca de las escasas buenas noticias, puede escudarse en que conoce bien al conjunto de la capital italiana.
El cuarto rival, la cenicienta Qarabag, no fue consuelo para el Chelsea, que ve como en su intento de asalto a la corona europea deberá lidiar con rivales directos desde la segunda jornada, ya que Conte y los suyos debutarán en casa frente al Qarabag, pero el 27 de septiembre deberán poner rumbo al nuevo Wanda Metropolitano. Tras los dos primeros choques, llegará el doble enfrentamiento ante la Roma, con el primer partido en Stanford Bridge, el 18 de octubre, y la vuelta en Italia el 31 de octubre. La quinta jornada llegará en noviembre, el día 22 con el Qarabag-Chelsea. Largo viaje para los de Conte. Por último, el Chelsea cerrará la primera fase en casa ante el Atlético. Si disputarán más partidos en esta edición de la Champions, en manos de sus resultados en El grupo de la muerte.
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