Han caído y se han vuelto a levantar. Conocen muy bien los altibajos y lo que significa tocar fondo y aún con ello, se reúnen a luchar junto Sean Dyche, el líder de la rocosa expedición Claret. Hoy, en silencio y con un trabajo espectacular, se meten a la zona especial de la tabla. En Burnley, una ciudad humilde donde Turf Moor es el teatro de los sueños, no dejan la pelea, no ceden y no se esconden. Con su líder, han probado las amarguras y las delicias de competir por un lugar en el fútbol inglés.
Se encontraron con un descenso, pero un regreso la temporada siguiente a la categoría de élite inglesa lo devolvió al mapa. Esta temporada están volando: entrado diciembre, ya sueñan con el escenario europeo, con poner a Burnley en el barullo continental. Aún no hacen mella a los titanes ingleses, y probablemente eso no suceda. Sin embargo, nadie podrá negar en los meses venideros que, con carácter de equipo grande, han hecho que su juego rinda sus frutos.
Hoy, los pupilos de Sean Dyche marchan sextos y se llenan de emoción. Lejos del descenso, su particular guerra. Hacia el Boxing Day los separa únicamente un punto del Tottenham de Mauricio Pochettino y debajo del Arsenal de Wenger. Desde Heaton hasta Vokes, pasando por Tarkowski, Cork, Brady y Gudmunsson, la causa vinotinto está en el lugar ideal. Luchan, corren, dejan todo en cada partido. Quieren que Turf Moor celebre el resultado de las batallas pasadas y futuras.
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