La vida sin Coutinho

La vida sin Coutinho

Es oficial: Philippe Coutinho es jugador del F.C. Barcelona tras haber vivido momentos sumamente tensos durante el último mercado estival. El jugador brasileño era, con permiso de la explosión goleadora de Mohammed Salah, el buque insignia del Liverpool; la razón de que miles de aficionados reds vibraran cuando el 10 tocaba el balón, pues había una sensación constante de que algo serio podía ocurrir. Era la pieza maestra que enlazaba a la velocísima y letal tripleta atacante con el resto del equipo, por lo que su marcha se puede considerar como poco menos que irreparable… ¿o quizá no?

Cuando Jürgen Klopp se puso a los mandos de la nave de Anfield, Coutinho adolecía de ser un jugador brasileño del corte más clásico: veloz, técnico, versátil y talentoso. Un elenco de virtudes que le convertían en un magnífico futbolista, pero no en una referencia de nivel mundial, y es que, de la mano del técnico teutón, los dos últimos años de su carrera han sido una auténtica explosión para su fútbol, pues no solo aprendió a gestionar mejor todos sus recursos, sino que adquirió algunos impagables como una notoria mejoría a la hora de llevar la manija en zonas de interior (posiblemente la cualidad que ha hecho que su nuevo club se haya fijado en él), un golpeo lejano mucho más certero y, sin lugar a dudas la más importante, adquirió regularidad, pues, hasta el momento, vivía de momentos puntuales, destellos de pura magia con el balón que, en una enorme mayoría de ocasiones, acababan suponiendo un gol propio o una asistencia milimétrica. Ahora el Liverpool debe aprender a vivir sin una fuente inagotable de imaginación que, con toda seguridad, les hubiera llevado hasta unas semifinales de Champions League si por el camino evitaba a bestias de otra dimensión como Real Madrid, Barcelona, PSG o Manchester City, además de a ver cómo sus opciones de hacerse con el subcampeonato eran realmente sólidas.

¿Significa esto que, tras la marcha de Philippe Coutinho, tengan que bajar los brazos? Rotundamente no. Si bien es el segundo equipo que más goles ha concedido en lo que se refiere al Big Six, goza también de un espléndido estado de forma en términos de anotación, acumulando hasta 50 dianas en lo que va de torneo y siendo solo superado en esta faceta por la auténtica barbaridad de campeonato que está firmando el City de Guardiola, con registros tales como seguir invicto tras 22 jornadas, ser el equipo más goleador (64) y el menos goleado (13). La llegada de Virgil Van Dijk proporcionará una ostensible subida de nivel en la parcela más débil con diferencia, además de un arma bastante interesante a balón parado o la posibilidad de jugar con tres centrales puros, algo que Klopp no ha podido desarrollar si no era a través de la reconversión de un lateral o, a veces, de Emre Can (quien parece que se marchará gratis a la Juve), pues no parecía confiar en un trío Matip-Klavan-Lovren. Además, Adam Lallana podría gozar de más minutos y responsabilidad, algo que casi siempre se ha traducido en puntos. Queda casi todo el mercado invernal por delante y el Liverpool ya ha reforzado una zona urgente. Mientras se espera la llegada de Naby Keita, haría bien en pujar por un portero que aporte una seguridad mayor que Mignolet y Karius, ya que existe una parte de los goles encajados que han sido única y exclusivamente culpa del meta de turno, algo que un club con tales aspiraciones no se puede permitir.

Sobre el papel, y a pesar de haber sufrido una baja tan sensible, no parece que exista una sensación de preocupación en Anfield, sino más bien al contrario: optimismo. Coutinho deja una absoluta morterada de dinero del que ya se ha usado la mitad en la incorporación del central holandés, pero aún quedan otros 75 millones de libras para terminar de confeccionar un equipo que, gracias a un técnico a la altura de su historia, ha logrado devolver la ilusión a The Kop. Incluso aunque el 10 se haya marchado.

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