
La marcha de Arsène Wenger supone un antes y un después en la Historia del fútbol inglés y, por extensión, del europeo. El técnico alsaciano no sólo ha cosechado varios títulos durante su longeva etapa en el banquillo londinense, la mejor desde la fundación del club, sino que dejó un estilo reconocible por el que siempre apostó, le costase lo que le costase. ¿El secreto de su revolución? Pautas de entrenamiento sumamente novedosas y un seguimiento extremadamente cuidado en la dieta de los jugadores, algo que, hoy por hoy, resulta inconcebible que no ocurra en cualquier club de élite.
Arsène Wenger llegó al Arsenal siendo un completo desconocido procedente de una liga tan exótica por aquél entonces como era la japonesa, si bien antes conquistó una liga y una copa durante su periplo en Mónaco. El impacto fue inmediato en el año de su debut, llegando a dejar a los gunners en un meritorio tercer puesto a través de un fútbol ofensivo y contracultural para la mentalidad inglesa como era el asociativo. Sólo un año más tarde se erigió como campeón de la Premier y de la FA Cup, un éxito rotundo que prometía una etapa dorada para el club. Si bien perdió dos finales consecutivas de UEFA, una de ellas por penaltys, Wenger seguía compitiendo bien el torneo doméstico, consiguiendo clasificarse de manera ininterrumpida para la Champions League durante 20 años. Logró repetir doblete en 2002, y aún queda en la retina cómo aquél Arsenal de 2004, de la mano de figuras como Thierry Henry, Dennis Bergkamp, Robert Pirès o Patrick Vieira, se hizo con la Premier League sin perder un sólo partido, algo que no se había visto en Inglaterra desde que lo lograse el Preston North End en 1889, valiéndoles el sobrenombre de «Los Invencibles«.
Mientras se acrecentaba la rivalidad con el vecino rico de la ciudad y con José Mourinho, Arsène Wenger logró llevar al club, dos años más tarde a la primera y única final de Champions de su historia tras haber dejado por el camino a Real Madrid, Juventus y Villarreal, si bien el impacto de Larsson y la expulsión de Lehmann fueron dos condicionantes extremadamente duros como para imponerse al FC Barcelona.
Quizá aquél momento fuese la cúspide del binomio entre club y entrenador, pues fue a partir de entonces que el club nunca fue candidato real a ganar la Premier League al tiempo que acumulaba eliminaciones, alguna de ellas sonrojante, en Europa, donde sólo una vez logró pasar de octavos. Hasta el momento en el que anunció su despedida fue capaz de ir engrosando su currículum gracias a tres Community Shield y otras tantas FA Cup, haciendo así del Arsenal el club que más veces se ha hecho con este trofeo desde que existe, con trece galardones. Quizá esta retirada llegue ahora que ha sido el club, y no el técnico como venía siendo costumbre los últimos años, quien ha decidido que la relación tocaba a su fin. Durante el último lustro ha tenido que ver cómo cada vez más rivales, ingleses o europeos, se aclimataban a nuevos paradigmas de juego para ser más competitivos, una espiral en la que el Arsenal estuvo a caballo entre no querer y no poder entrar, en gran parte debido a la construcción del Emirates Stadium, una circunstancia que le obligó a vender a la mayoría de sus estrellas al tiempo que le impedía hacerse con los máximos referentes posibles en cada momento; para más inri, la cantera no tenía demasiado que ofrecer a pesar de la magnífica fama que posee. Aún cabe la posibilidad de cerrar tan extenso periplo con la cabeza bien alta haciéndose con un título europeo, algo inédito en las vitrinas del club del norte de Londres. Sería un maravilloso final para Le Proffeseur.
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