Todo jugador profesional viviente ha cometido errores, desde un tipo que juega en divisiones regionales por amor al deporte, hasta el mismísimo Diego Armando Maradona. Todos. Sin embargo, pocos quedan marcados por una acción negativa para el resto de su vida. Arconada, Higuita, Pipa Higuaín, Martín Palermo… Es el caso también de Rafa García Cortés, un lateral derecho madrileño que no fue el mismo después de la final de Copa de Europa del 27 de mayo de 1981 entre Liverpool y Real Madrid.
Poder inglés
Eran tiempos donde el fútbol de las islas se levantaba como gran dominador en Europa. En las cuatro ediciones pasadas, el campeón había sido inglés -Liverpool en las dos primeras ocasiones, y Forest en las restantes-. En el torneo de 1981, nada fue diferente. El Liverpool destrozó al Oulu finés, Aberdeen, CSKA Sofia y Bayern de Munich para plantarse en la final de París.
El Liverpool le hizo 11 goles al Oulu, 5 al Aberdeen y 6 al CSKA de Sofía.
Hasta semifinales, los reds habían anotado 22 goles en seis partidos, y solo el Bayern fue capaz de plantarles cara, aunque de forma inerte. Por su parte, el Real Madrid había dejado en el camino al Limerick, Budapest Hovest, Spartak de Moscú e Inter de Milán. Lo hicieron de forma autoritaria, aunque no con el puño de hierro demostrado por los ingleses. Podría decirse que su presencia en la final de París era una sorpresa.
Boskov temeroso
Consciente del poderío ofensivo del Liverpool, el entrenador del equipo merengue, Boskov, planteó un partido muy defensivo y bronco. Los blancos no se acercaron a la portería de Clemence en los primeros 45 minutos, y Agustín, el portero de los españoles, fue el mejor de su equipo.
Sin embargo, en la primera jugada de la segunda parte, Camacho encontró el camino a portería. El bravo jugador español se encontró mano a mano con el portero red, pero su vaselina se fue alta. Ningún campeón puede perdonar ese tipo de ocasiones si quiere levantar el trofeo.
Cara Kennedy, cruz Cortés
Corría el minuto 82 de partido. La falta de ocasiones anunciaba la llegada de la prorroga, hasta un definitivo saque de banda, que Kennedy recibió en carrera adentrándose en el área. Rafa Cortés, lateral derecho del Madrid en aquel partido, salió a su encuentro con ventaja, y se propuso despejar. Sin embargo el balón votó mal, y en un abrir y cerrar de ojos, Kennedy encaraba en uno contra uno a Agustín.
Consciente de la posesión escorada del lateral inglés, Agustín se lanzó a tapar el posible pase atrás. Pero Kennedy golpeó duro al primer palo, y el balón se alojó en la portería del Madrid. Fue una losa demasiado importante para el equipo de Boskov, que no estuvo ni siquiera cerca de levantar el resultado. Tercera Copa de Europa para el Liverpool en cinco años.
La vida al revés
El destino ha querido, que 36 años y 364 días después, Liverpool y Real Madrid se vuelvan a ver las caras en una final. Aunque en esta ocasión, son los blancos los que llegan tras ser campeones tres veces en cinco años, siendo los grandes dominadores de Europa y máximos favoritos en la final de Kiev. Todo ha cambiado en estos casi ocho lustros.
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