La muralla de Gattuso

«A Setién lo espié cuando estaba en Las Palmas. Luego me tocó en la Liga Europa cuando él trabajaba en el Betis. Me gusta la visión de fútbol de Setién, le gusta jugar, pero defiende con atención. Respeto su cultura de trabajo». Estas palabras de Gattuso en la rueda de prensa previa al encuentro no solo mostraban el respeto y la admiración entre ‘colegas’ de profesión, también escondían el conocimiento y la predisposición de Gennaro a aceptar el reto de anular al Barcelona en San Paolo. No fue una eliminatoria normal, no cabía dudas. El Diego le abría las puertas de su casa a Leo, pero la realidad fue que Gattuso planteó su mejor partido como entrenador sobre la pizarra y acentuó todas las carencias que están achacando los de Setién desde su llegada.  

La premisa de los locales estaba clara, se diseñó un partido basado en las fortalezas defensivas e intentar resolver a través de las rápidas transiciones atacando la incapacidad de rearme del Barcelona situaciones de campo abierto. Setién, por su parte, facilitaría la función de los italianos con su planteamiento inicial. Alineó a cuatro centrocampistas que, exceptuando a De Jong, no tenían la capacidad de vivir entre líneas o romper las mismas generando espacios en la defensa rival, propiciando así el juego plano y dando consecuencia al cortocircuito del sistema ofensivo.

La defensa del Napoli se basó en dos claves

Se preveía a un Barcelona que pretendería llevar el dominio de la posesión y el peso del partido a sus espaldas, desplegándose en campo contrario. Ellos, entonces, los anularían a través de un bloque a baja altura. Un sistema que en repliegue se rearmaba en un 4-5-1, basando su triunfo principalmente en el trabajo de ayudas de sus interiores y extremos a la hora de abordar las principales vías de peligro del equipo de Setién: cerrar espacios en el carril central, zona de acción de Messi-Griezmann principalmente, y no caer en las trampas exteriores que provocan los carrileros culés.

Abordaron el primero de manera magistral. Sobrecargaron la zona del carril central con un trío de centrocampistas a la misma altura. Demmel, eje principal, acudía a corregir con libertad los errores que se cometían a su alrededor y ejercía ayudas en las superioridades vs Messi. Por otra parte, los ‘interiores’ (Fabián y Zielinski) se hundían entre central y lateral neutralizando los movimientos de agitación en esas zonas por parte de Griezmann y Vidal, protegiendo la espalda de sus centrales. En las bandas, los extremos se solapaban con los laterales con el objetivo de neutralizar la profundidad de los carrileros culés y el desorden que provocan en la línea defensiva en esas acciones.

El Barcelona lo intentó a través de Arthur

Comenzó la segunda parte y la salida de Arthur dotó al Barcelona de mayor calidad y altura de la posesión del balón, los locales empezarían a desordenarse y se encontrarían más vías de peligro. Al fina llegaría una gran acción de ruptura de Semedo que le ofreció en bandeja a Griezmann el empate, lavando la cara de esta manera a un partido en el que no había brillado por su toma de decisiones. El Nápoles, a partir de ese momento, buscó el resultado positivo para la eliminatoria bajo un contexto de localía que invitaba a ello. Lo consiguieron a través de la ruptura y autosuficiencia de Insigne, agitando el partido y consiguiendo crear algunas ocasiones de peligro, pero se toparon con el único genio que ayer compareció en San Paolo, el gran Ter Stegen. 

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